viernes, 6 de diciembre de 2013

Niño de Papá





    En momentos como este me acuerdo de mi papá. Trato de acordarme de su pelo, su piel, sus brazos grandes apretándome contra su pecho, sus manos ásperas rozando mi cara y su dedo gordo entrando en mi boca. Me encantaba morderle los dedos.
   Cuando estoy solo me gusta mirarme al espejo en pelota. Me gusta mi cuerpo, me encanta mirarme, que me miren, que me toquen, que me deseen, que sientan mi cuerpo de niño mientras se les para la pichula.  “Pichula”, me encanta esa palabra, pico es muy de los noventa.
   Cuando era chico tenía un amigo, el Pipe. Me caía bien el pendejo weón, pero yo lo envidiaba porque su papá lo llevaba a la plaza a jugar a la pelota y le compraba ramitas de queso en el negocio de la esquina. “¿Puedo jugar?”. A mí nunca me gusto jugar a la pelota, pero me encantaba meter goles, porque para celebrar, el papá del Pipe me tomaba en sus brazos y me hacía dar vueltas en el aire. Cuando terminábamos de jugar, yo le ponía caritas y él me compraba galletas, helados o si tenía un poco más de suerte me invitaba a comer completos a su casa. Una vez cuando me despedí, le pase la lengua por los labios al papá del Pipe y nunca más me dejaron jugar con ellos.
   Siempre he pensado que con carisma se puede conseguir todo. Me arreglo un poco, voy a la disco, me siento en una esquina de la barra y dejo entre mis dedos un cigarro sin encender. Es una trampa mortal, pero hay que ser cuidadoso, la víctima debe ser perfecta. Bien vestido, solitario, la edad necesaria, posiblemente un trago recién comprado. Primero un cruce de miradas, una leve sonrisa y corres la mirada tímidamente, haciéndote el desinteresado. Lo tengo. ¿Estás solo?, ¿Bebes?,  ¿Quieres bailar?. La noche está asegurada. Tengo complejo de puta, sin ofender a mi madre. Ella en su trabajo y yo en el mío. No somos tan diferentes, me gusta dar placer. ¿Qué le voy a hacer?

   Trátame como a un niño. Hoy quiero ser tu niño. Por eso tócame como mi padre, abrázame como mi padre, apriétame como mi padre, pégame en el culo como mi padre y déjame decirte Papi, mientras te corro la paja. Me excita sentir el palpitar de tu verga en mi mano cuando te hago acabar mientras muerdo tus dedos. Siéntame en tu regazo que hoy eres mi padre, mañana quién sabe. ¿Para qué quiero un padre, si puedo tener cien? Cada uno en su forma, en su actitud. Son hombres que suplen conmigo, lo mismo que yo suplo con ellos. Ellos me contienen y yo los contengo. Soy un niño de papá, pero sin papá. ¿Tú quieres ser el mío?



Fragmento de "Tres Tristes Travas"
Por PUNTO APARTE
(Raúl Vera)



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