martes, 4 de febrero de 2014

Rocker Love

  

   Él revisaba el FLOG de su idealizado Rocker al menos unas veinte veces al día, sólo para ver si esas encadenadas caderas subían una que otra foto de sus ensombrecidos ojos achinados, tan de moda, tan cotizados al contacto intercambiado del fluor fucsia y al vampirizado blanco que lo hacían recordar al fallecido PINK, ese perro siberiano que le obsequiaron al cumplir los cuatro de edad. Mientras el amado Rockerito presumía ahí, tan esbelto, su tatuada anorexia en cada PIC, en cada uno de esos posteos llenos de grotescas palabras aludientes al modernismo del sexo, droga y Rock & Roll. Esas no tan formuladas frases que hacían al ciber fan desear mordisquear sus rasguñadas costillas marcadas por largas y enmaltecidas uñas del carcomido negro que sus chuecos dientes mordisqueaban entre el pixeleado flash. Te vas a F/F. El otro día me pareció verte. Buen look. Me encantan tus pantalones rotos ahí. Sí, justo ahí. ¿Das EME ESE ENE? Te agrego, tranqui. Esta cosa va algo lenta.
   Entonces un par de charlas otoñales subían el tono del fraseo intermitente de cada enviar. Tengo ganas. Yo también. Debe ser el calor. El calor incrementado por las risas, las preguntas y el envío de la pegada CAM. El emocionado joven desde un ciber y el tan deseado Rocker en su allegada casa entre los suburbios Placilleros de ese alejado sector de Valparaíso. Mientras, el clavado rostro de metálicos piercings guiñaba mordiéndose los labios, lamiendo con su atravesada lengua restos de la Becker que haciéndose el bakán bebía. Te quiero violenciar. Es hacerlo con violencia. ¿Lo habías oído? El hipnotizado muchacho que creía tener experiencia por juguetear de vez en cuando con sus primos del interior a todo respondía con un deseoso e inocente sí, sin imaginar que luego de un par de días de charla concretarían una amigable cita, sólo para conocerse un poco, y entre los ropiparchados amigos del popular Rock Star, quienes miraban con disimulado celo al moreno nuevo amigo de su gurú, se daba la anhelada instancia de compartir algunas chelas y ron limón en un depa del Gomez Carreño Viñamarino.
   Un alfombrado cuarto vacío, acompañado de una automática lavadora y un ventanal que iluminaba a penumbra las perforadas tetillas de ese sueño casi concreto, tan real como ambos penes erectos chocando en un combate isabelino, mientras sus lenguas recorrían en punta clavícula a clavícula, marcando a colmillazos el recorrido del ensalibado camino. Tirado a espaldas del suelo, yacía el ebrio adolescente ensoñado ante el alcohol que sobre sus formados abdominales el masoquista Rocker succionaba de sus inexplorados rincones, para luego contra la pared sentir apuñaladas sus englobadas nalgas, mientras gemidos como aullidos a la circular luna lo iban volviendo un enculado lobo.
   Cambio de habitación, la desarmada cama doble plaza de los dueños de casa, el reluciente baño ceramizado y la maderera gran mesa del comedor. Ya no quiero. ¿Tienes miedo? Al grito del silencio el vampirito de internet encendía un cigarro. Tranquilo. Traspasó el humo de garganta a garganta, mientras la ebriedad se hacía presente entre mordiscos labiales de las irritadas bocas que llevaban horas intercambiando corporales fluidos. Ahora era el domesticado Rocker quien se revolcaba boca abajo. Es tu turno. No puedo. ¿No quieres? Tengo miedo. ¿De mí? De enamorarme. Nos conocimos hoy. Pero hablamos hace días. Disfruta la noche. Eso hago. Podrías hacerlo más. Relájate. El lampiño culo flacucho del ciber amante fue tatuado con la deformada mandíbula el temor. El perforado Rocker afirmándose del mueble más cercano, aumentaba su lordosis apuntando al cielo y era tiernamente acariciado con las caderas de su acompañante. Ternura que al rato se volvió violenta entre estrenados mordiscos y sangrantes rasguños de piel que dejaban a ambos cuerpos tiritones. Antes del último aullido, el sodomizado piel de papel tragó la sangre blanquecina de la presa enrojecida. Su boca chorreante se iluminaba ante la enmarcada luna, que volvía a las bestias dóciles como los pubertos que en realidad nunca dejaron de ser.
   Fue así como desnudos y antes de cerrar sus ojos, ambos cuerpos sellaron su primer masoca noche en una foto que nunca recibiría el posteo del popular FOTOLOG, ni tampoco del venidero FACEBOOK. Sólo, luego de infinitas muchas noches después de ese choque de fríos maniquíes, al cumplirse otro año del natalicio del ya no amado Rockerito, la misma foto que sello el desvirgue del morocho cibernauta, sería subida a una dirección de internet cualquiera, deseándole, el ya no tan joven muchacho, un simbólico feliz cumple al ladrón de su castidad. Al Rocker, su primer y ya no On-line amor que aquella noche hizo arder su cuerpo, curando las heridas del rasguño con los restos de alcohol que vertía desde su perforada boca.  






Relato incluido en el libro "Valpoapartado"
Por PUNTO APARTE