sábado, 28 de diciembre de 2013

Arena, Sol y Cervezas

  



   Y a esa edad ni el viento friolento, ni la hora atardecida eran capaces de impedir que esos cuerpos jactantes de torsos desnudos hicieran bacilar mi temple libidinoso, carente de afecto y placer sexual, que completamente agradecido vislumbraba tetillas morenas erectas por la brisa y penes acomodados por shorts cuadriculados. Hubiese querido ser como ese puto perro playero que se abalanzaba entre pieles saladas remojadas por el mar, mientras el verano se acercaba y yo no hacía más que agradecer por esas juventudes que dejaban entrever nalgas fibrosas apegadas al bañador. Completamente excitado, dejaba fluir mis fantasías de piel contra piel y uñas contra carne. Aunque las mías ya demacradas por tanto sol y ajetreo de casi cincuenta veranos concluidos, seguían sacando filo a la espera de una buena presa. Y entre alucinaciones solares costaba comprender que ya no era yo quien desfilaba en disimulo ante viejos de hocico putrefacto, ni era motivo de codicia o tentación erótica. Pues no era yo por el que extraños se corrían la paja con manos entre los bolsillos de buzos deportivos. Más bien era yo quien miraba por sobre anteojos, esperando el momento y segundo en que restregasen sus manos sobre los oblicuos para quitarse la arena y se encontraba escribiendo en una escalera arenada de peldaños orinados, con un cuaderno robado y un lápiz prestado. Solo, inmerso en una ciudad ajena de tristes fantasías juveniles dormidas.




Relato incluido en el libro "Valpoapartado"
Por PUNTO APARTE
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