sábado, 9 de enero de 2016

Spice Hámster

   Primero fue uno, peludito peludito y dientón. El pequeño a sus diez años le insistió tanto a su madre, en que ya estaba en edad de tener una mascota, porque ya era responsable y ya no veía tantos monitos en la tele. Ahora estaba más en la moda del MTV y sus videos poperos artista modernos sensualones. Eran los años finales de los 90, y los quintetos teen traían vueltas locas a las juventudes morochas con sus ídolos rubi-castaños, pelirojizos, y morenos oji verdiazulados. Los pichulines Backstreet Boys y su contraparte feminizada, las Spice Girls. Cada integrante con su distinguida personalidad, su color representativo, su bebida favorita y hasta su respectivo Ken y Barbie se promocionaban entre álbumes, chicles, desodorantes y hasta calcetines. Y el pequeño así bien macho, o al menos intentando demostrarle a su hermana mayor, que lo era, pues así como a ella le gustaba la banda del Kevin, Braian, Nick y demases, el menor optó disque masculinamente por las chicas picantes del Londres. Entonces entre su afán de rellenar cuadernos con fotitos y esquelitas de las locatelis, y rebobinar una y otra vez los casetes piratas que se compraba a luca en la Avenida pedro Montt, juntando las chauchas de la colación, un día caminando por el centro junto a su mami, el pequeño encaprichado, le pidió un hámster envitrinado para querer, cuidar y entrenar cual pokemon intercambiable. Gery Halliwell, quería llamar a su nueva y mini roedora mascota. Gery, como la ginger spice pelirroja del clan, por lo que exigió que la bola peluda fuese hembrita, pero la mano comerciante del vendedor casi al azar termino por darle un pequeñín y cafi-blanco varón. Claro que el pequeño no supo esto hasta un par de semanas después, que la Gery murió insolada, colgada en su jaulita en pleno patio. Pues por un acto de buena persona, la mami del pequeño sacó al bichito, como ella lo llamaba, a aprovechar el lindo día, pero la Halliwell dientona terminó por rostizarse al candor de un “WANNABE” veraniego, entonces al ir a sacar el cadáver de la diva peluda, el pequeño por primera vez cachó que la princesita traía coquitos y que la inocente había pasado toda su corta vida mascotera siendo un hámster atravestado accidentalmente por su amo.
   Al fin de semana siguiente en la feria de las pulgas, nuevamente el pequeño pidió otro hámster, también mujer y esta vez sí que lo era. Seria la puta y como todo hámster, no hacía más que correr todo el día en su ruedita de alambre enrejado. Esta se llamó Victoria, como la spice del beckham, la posh spice, la elegante. O al menos así se llamó en su corto día de vida hogareña, ya que el pequeño, probando la inteligencia del roedor, la metió en un laberinto artesanal de cajitas de té, sólo que olvidó hacerle agujeritos para que pudiese respirar, entonces la pobre murió asfixiada sin encontrar jamás la zanahoria de premio, aunque fuese una gotita de aire en fuga.
   Luego vinieron Mel B y Mel C, obsequiadas por casualidad el mismo día de su cumple, pero por familiares distintos. Pero en el mismo instante en que el cumpleañero intentó mezclar a ambas criaturas en la jaula de las otras dos difuntas, tanto scary spice, la salvaje, como sporty spice, la deportista, se agarraron mutuamente de la mini cola a mordiscos bidentales de sus largas y filudas paletas, sacándose entre sí, una un ojo y otra una patita. Cuando al fin pudieron sacarlas de la mini cárcel roedora de colores, ya era demasiado tarde y las dos Mel se fueron antes de que el pequeño pudiese ponerlas a bailar al ritmo de un “STOP”, a cambio de eso sonó un “VIVA FOREVER” antes de siquiera poder romper la piñata.

   La Emma Buton vino varios meses después, siendo de todas las hámster que el pequeño había tenido, la más pequeña. Hasta poco pelo tenía la pobre, de echo antes que pudiese alcanzar a crecerle de lleno el bigote, el Leo Di Caprio, el gato quiltro de su hermana mayor, fue a alcanzarlo en una huida furtiva entre aseo y aseo, siendo devorado de un solo tarascón por el Leo, para luego ser atravesado por lo únicos dos dientes buenos que tenía el gato flaite. Y esa fue la corta vida de las spice del pequeño, de ahí en adelante nunca más quiso saber de mascotas, menos de roedores, total si era por tener sus propias spice, bien podía usar su imaginación y hacer actuar a sus articulados Vegeta, Trunks y Gokú´s, vestirlos con papel higiénico, presionar play y jugar recreando conciertos hasta la pubertad, soñando que algún día sus ídolas llegarían al festival, antes de pasar de moda en la historia musical.



Relato incluido en el libro “Valpoapartado”
Por Punto Aparte